DIVORCIARSE DE DIOS: TU ELECCIÓN
Todos sabemos que un divorcio es la disolución de un matrimonio, en que los deberes y responsabilidades de cada cónyuge son cancelados y los votos bajo la ley, ya no son vinculantes.
Para el divorcio, el matrimonio, debe pasar por un proceso legal, en un tribunal. Los motivos del divorcio varían, y en el momento del divorcio, ambas partes quieren el divorcio, o una de las partes quiere el divorcio y es concedido por la parte contraria.
Cuando ocurre la apostasía, significa que la relación del pacto con Dios ha terminado. La palabra dice: “…Son sus pecados los que los han separado de Dios. …” (Isaías 59:2 NTV). Dios dice, “…Yo Jehová no cambio…” (Malaquías 3:6 RV1960).
Para lograr la apostasía, el redimido pasa por un proceso espiritual de renuncia y desvinculación con Dios, el Espíritu Santo. Elige voluntariamente apartarse de la relación de pacto con Dios y volver a una vida sin él y elige abandonar votos previos y desafiar o revelarse contra la práctica de esas mismas creencias.
Dios, el Espíritu Santo, concede al hombre o la mujer redimidos la elección voluntaria de apartarse de él, sin embargo su amor y las promesas de su pacto con ellos permanece fiel. (2 Timoteo 2:13 NTV).
El rol de Dios en la relación del pacto con el redimido es incondicional, pero el rol del redimido “no” lo es. Cada voto y promesa que Dios hace, al hombre o la mujer redimidos, es sólido. Pero, los votos y promesas del hombre o la mujer redimidos hacia Dios no son sólidos.
La conclusión es que la apostasía causa la disolución de la relación de pacto y requiere que un hombre o una mujer elijan intencionalmente dejar o abandonar la relación para terminarla. A través de las páginas de este libro veremos en detalle cómo se va dando este proceso del redimido hacia la apostasía.
