“Cadena de promesas
Proceso No. 631, 5 de diciembre de 1988
A los dueños certificados del poder, no tiene caso (si es que se pudiera) regatearles las horas del triunfalismo. El triunfalismo es sano a su modo, convierte en multitudes cívicas a los cuerpos de seguridad, agudiza el espíritu de élite, implanta en los camarógrafos el gusto por las tomas reverenciales, divide al pueblo en vallas secundarias (indiferentes y oposicionistas anexadas) y vallas de honor. Y concédasele a los priistas un tiempo en el sexenio de credibilidad-por-fatiga, y de triunfalismo. Se los merecen. Han soportado el 6 de julio con todo y “caída del Sistema” (ya tan famosa como el Sistema mismo), la injuria que es la existencia misma de la oposición, los malos modos de la opinión pública, el huésped inesperado que es la sociedad civil. Es justa la tregua.
El primero de diciembre en el Palacio Legislativo, en la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari, el triunfalismo es la psicología inevitable. ¡Ya la hicimos! Una vez más, estamos aquí todos juntos, y así seguiremos, porque a la izquierda y a la derecha están los abismos de la falta de poderes y honores del[…]”
Fragmento de: Carlos Monsiváis. “La vida en México 1976-2020 · Salinas de Gortari/Zedillo”.
